«Y el Sagrado Corazón, madre, nada me respondía, pero yo sentía dentro cierto júbilo, algo que me indicaba que no estaba enojado conmigo, que él que arde en amor inmenso por los hombres, no podía indignarse porque yo quería a uno… ¡más de lo regular!»
Amado Nervo
Cartas de Mujeres. La vocación Amado Nervo Amado Ruiz de Nervo Ordaz y Núñez (1870-1919) nació en Tepic, Nayarit, y murió en Montevideo, Uruguay. Muy joven, de 13 años, quedó huérfano de padre y su familia tuvo que trasladarse a Michoacán, donde ingresó al Colegio de San Luis Gonzaga y tuvo los primeros acercamientos con la literatura de corte romántico. Más tarde se trasladó a Zamora para estudiar Derecho natural, estudios que quedaron inconclusos. Hacia finales de 1891, debido a problemas familiares y a su estancamiento escolar, regresó a Tepic y tuvo que ganarse la vida como dependiente de una tienda. Más tarde, en 1892, partió hacia Mazatlán, en donde trabajó con un abogado y tuvo la primera oportunidad de escribir para el periódico El Correo de la Tarde (1885); los seudónimos que usó en este diario fueron Román y El Duque Juan. En 1894 partió a la Ciudad de México y rápidamente comenzó a abrirse paso entre la comunidad literaria y los periódicos capitalinos. En las tertulias se acercó al Modernismo, encabezado por Manuel Gutiérrez Nájera. Simply click here to read further gratis free spins. Escribió para la Revista Azul, El Universal, El Partido Liberal, El Nacional, El Mundo, El Imparcial. Destacan sus seudónimos de Oberon, Prevostito y Roxana en El Mundo; Tricio en El Nacional; Tríplex y Rip Rip en El Imparcial. En estos periódicos podemos encontrar sus artículos, crónicas, ensayos breves, notas sobre crítica teatral y traducciones de verso y prosa. En 1896 Amado Nervo escribió su primera novela, con la que se dio a conocer, El Bachiller; en 1898 redactó un libro de poesías, Perlas negras y místicas; y en 1899 una narrativa fantástica, El donador de almas. En 1900 viajó como corresponsal de El Imparcial a la Exposición Universal de París, viaje durante el cual escribió El éxodo y las flores del camino (1902), que narra sus experiencias; Lira heroica (1902), Las voces (1904) y Jardines exteriores (1905). Sin embargo, hacia mediados de 1900 –a causa de problemas con Rafael Reyes Espíndola– fue cancelada su corresponsalía, lo cual llevó a que padeciera una situación de miseria durante su estancia parisina y permaneció así hasta inicios de 1902, cuando su situación mejoró gracias a pequeños trabajos de traducción y, finalmente, al mecenazgo de Miguel Bringas. A su regreso a México siguió colaborando para La Revista Moderna, El Mundo Ilustrado y El Imparcial. En 1905 comenzó su carrera como diplomático y regresó a Europa, pero esta vez a Madrid, España, donde llegó en calidad de segundo secretario de la Legación de México. Gracias a su amistad con Miguel de Unamuno (1864-1936) pudo relacionarse con los escritores españoles. Los temas que trataba y su escritura fueron las aptitudes que le permitieron ganarse al público de distintos países, y en pocos años logró hacer colaboraciones para las prensas de España, Cuba y Argentina. Durante su estadía publicó los libros de poesías Serenidad (1914) y Elevación (1917); en prosa escribió Ellos y Mis filosofías (1912). También mantuvo buenas relaciones con escritores hispanoamericanos de la época como Salvador Rueda, Eduardo Marquina, Azorín, Manuel y Antonio Machado. En 1914 fue suspendido su trabajo como primer secretario de la Legación mexicana, así es que retomó su labor como periodista de tiempo completo. A pesar de que este hecho lo llevó a sobrellevar una situación austera en España, rechazó una pensión que el gobierno de ese país pensaba otorgarle. En 1916 volvió al servicio exterior como ministro plenipotenciario en Argentina, Uruguay y Paraguay. En 1918 regresó a México para asumir el nuevo cargo, y por ello se llevaron a cabo banquetes, veladas, recitales, entrevista y homenajes. Sin embargo, cuando viajó a Montevideo, Uruguay, en mayo de 1919, se agravó su enfermedad renal y Amado Nervo murió el 24 de ese mes en el Parque Hotel de Montevideo. Hacia el final de su vida publicó sus obras Plenitud (1918) y El estanque de los lotos (1919). Amado Nervo, “Cartas de Mujeres. La vocación”, El Mundo. Edición Diaria, t. v, núm. 810 (6 de diciembre de 1898), p. 2.