«El sol, como los grandes trágicos, sabe morir de muchas maneras. Lo he visto caer al Océano… Caer como un enorme escudo de oro arrojado por titán iracundo, desde la cúspide más alta. Lo he visto hundirse en esas mismas ondas con la augusta majestad de un soberano. Expira, a veces, lánguido y despidiéndose de todos poco a poco, como un poeta enamorado y joven. Entonces el cielo es como un lago azul, y son las nubes como encajes blancos y como cendales amarillos que flotan sobre las olas dormidas. En otras tardes muere herido, desangrándose, en revuelto océano tinto en púrpura. A ocasiones se suicida, se echa al mar sin vacilación, en un instante. En otras su agonía es lenta y tranquila. Suele morir contemplando amorosamente a la pálida luna que, vestida de blanco, sube por el cielo, y suele morir también como corrido, como en los montes, para no ver los gigantes negros que, con espadas de relámpagos, trepan rugiendo por Oriente. Son los titanes que van a robar el fuego del cielo; ¡son sus enemigos!»
Manuel Gutiérrez Nájera
Manuel Gutiérrez Nájera Nació en México, Distrito Federal, el 22 de diciembre de 1859 y murió el 3 de febrero de 1895 en la misma ciudad. Proveniente de una familia de clase media, recibió educación de profesores particulares, con los cuales cultivó el aprecio por las letras. Desde muy joven comenzó a escribir, a los 16 años escribió por primera vez en el periódico El Porvenir un ensayo intitulado “Un soneto”. Él reconoce como sus maestros a Guillermo Prieto, Ignacio Manuel Altamirano y Justo Sierra. En los periódicos se encuentra la expresión máxima de su obra. Colaboró en 36 publicaciones periódicas. Sus colaboraciones más importantes se encuentran en El Federalista, El Liceo Mexicano, La Libertad, El Universal y El Partido Liberal, en donde tuvo el cargo de jefe de redacción, entre otros puestos. En 1894 Gutiérrez Nájera fundó La Revista Azul al lado de Carlos Díaz Dufoo, donde intentaban establecer un baluarte del Modernismo, aunque en ella convivían autores de diferentes corrientes literarias. Los seudónimos más utilizados en sus escritos son Junius, Puck, M. Can-can y Recamier, pero el sobrenombre por el cual es más conocido y el más relevante en sus escritos es el de El Duque Job, que retoma de la comedia del dramaturgo francés León Laya (1811-1872), Le duc Job (1859). Algunos de sus apodos tienen conexión entre ellos y hasta protagonizan conversaciones y polémicas, lo cual hace sus trabajos más llamativos para el público. Precursor del Modernismo, Manuel Gutiérrez Nájera cultivó el afrancesamiento. Su poesía alcanzó su máxima expresión en el conjunto titulado “Odas Breves”. En cuanto a la prosa, la forman cuentos, fragmentos de novela y crónicas; sus novelas inconclusas se titulan Un drama en la sombra, La mancha de lady Macbeth y el Monólogo de Magda. Algunos de sus libros son Cuentos frágiles (1883), Poesías (1897), Cuaresmas del Duque Job (1922) y Cuentos y Crónicas (1940). A pesar del influjo extranjero en su estilo, éste convive también con su mexicanidad. Para el trabajo periodístico desarrolló la crónica. Su vocabulario es pulcro y rico, su estilo elaborado y crítico. Los temas de las crónicas son variados, van desde la política a los espectáculos, desde las ceremonias hasta las artes y la ciencia. Gutiérrez Nájera se comunica como si se tratara de una charla entre él y sus lectores; escoge un aspecto del tema a tratar y es directo al desarrollarlo, ya que no pretende hacer un recuento de todo lo sucedido. La crónica que más desarrolla es la de espectáculos. En ella, el análisis es completo, su crítica se extiende desde el argumento de la obra hasta el desarrollo de los personajes. De igual manera examina la puesta en escena del vestuario a la escenografía, y de ahí a las compañías teatrales encargadas del evento. El público es otro elemento donde expone la aceptación, si fue buena o mala, y él critica estas posturas; por otra parte, también la pertinencia y trascendencia de la obra para la sociedad mexicana es sometida a su juicio. Algo importante en sus crónicas es la capacidad de Gutiérrez Nájera para tratar un evento común y elaborar un razonamiento de carácter filosófico o ético. Su lenguaje cambia, y se vuelve profundo y serio. Se cuestiona a sí mismo sobre la humanidad y el progreso. No evade los temas que le desagradan, al contrario, los usa para exponer su forma de pensar. En estas crónicas utiliza un lenguaje humorístico, es irónico, sarcástico y moralista. Critica las nuevas costumbres o las prácticas novedosas que la sociedad está llevando a cabo, por ejemplo el patinaje, del cual opina que es un pasatiempo que irá degenerando a la sociedad; la zarzuela también le desagrada, pues la considera trivial y grosera. La tauromaquia es igualmente enjuiciada, y siente franca aversión por ella. Para terminar, debemos recordar que Manuel Gutiérrez Nájera escribió durante el Porfiriato y en la capital de la república. En ese momento había un auge en los espectáculos, nuevos inventos llegaban del extranjero y la ciudad crecía. Es por ello que el autor ve a la ciudad rumbo al progreso tan anhelado, siguiendo a las ciudades europeas. Gutiérrez Nájera se siente comprometido con tal situación, y así lleva a cabo su tarea como escritor de la manera más refinada posible, para estar acorde con su momento histórico. El Duque Job [Manuel Gutiérrez Nájera], “Mientras sube el termómetro”, El Partido Liberal, t. xiii, núm. 2182 (19 de junio de 1892), 1.
Manuel Gutiérrez Nájera