Juan A. Mateos
Nació en la Ciudad de México, en 1831. Hijo del soldado insurgente Remigio Mateos y de María Lozada; fue primo de Francisco Zarco y cuñado de Ignacio Ramírez, así como discípulo suyo. Juan Antonio Mateos estudió en el Colegio de San Gregorio y en el Instituto Literario de Toluca. En 1857 ingresó al Colegio de San Juan de Letrán para estudiar jurisprudencia.
Participó en distintas contiendas armadas; durante la Guerra de Reforma luchó bajo las órdenes de los generales Jesús González Ortega e Ignacio Zaragoza, Felipe Berriozábal y José María Arteaga. En 1866 luchó junto a Porfirio Díaz en la Intervención francesa.
Fue secretario de la Suprema Corte de Justicia y diputado. A pesar de ser liberal, colaboró como secretario del Ayuntamiento durante el Imperio de Maximiliano de Habsburgo en 1865; sin embargo, defendió la República a través de contundentes artículos, los que le valieron la cárcel y la deportación a Yucatán.
Si bien Mateos promovió la educación oficial y obligatoria, también fue un acérrimo crítico del modelo positivista que se implantó con la creación de la Escuela Nacional Preparatoria, y salió en defensa de los derechos de la mujer, principalmente el derecho a la educación. Defendió las leyes de Reforma, al enarbolar la libertad de culto y combatir el fanatismo religioso. Ya en el siglo xx, se preocupó por la clase trabajadora, como los artesanos, obreros y campesinos, que difícilmente podían recibir educación y un buen trato laboral.
Como hombre de letras, Mateos cultivó el quehacer historiográfico, la oratoria, la poesía, el drama y el periodismo. Individualmente, como dramaturgo adaptó distintas obras y realizó alrededor de 50, la mayoría fueron de su autoría como Los Nihilistas (1883). Puso en escena una adaptación de Los Miserables y El Hombre que ríe, ambas de Víctor Hugo, al igual que El Jorobado de Paul Feval y La monja Alférez de Miguel de Cervantes Saavedra.
Junto con su amigo Vicente Riva Palacio, estrenaron aproximadamente 15 obras, reavivaron el teatro en México en los años 1861 y 1862, crearon el inicio del teatro romántico social al representar en escena a los hombres del pueblo e inauguraron la sátira política en México, al ironizar sobre personajes conocidos de la vida nacional; las obras fueron recopiladas en el libro Las liras hermanas (1871). La pieza más famosa fue El tirano doméstico, que fue representada 14 ocasiones, y la última, La hija del cantero.
Como novelista trabajó temas de corte histórico; siguió la idea de Ignacio Manuel Altamirano sobre la promoción del nacionalismo y la educación de las masas a través de la novela, además de que hizo uso del folletín para publicar sus novelas El Sol de mayo, El Cerro de las Campanas, Sacerdote y caudillo y Los insurgentes. Dentro de este mismo rubro cultivó los géneros del cuadro de costumbres, la crónica, el testimonio, el relato de viajes y la recreación de la oralidad.
Escritor prolífico, Mateos publicó en bastantes periódicos, por nombrar algunos: El Monitor Republicano, Rigoletto, La Sombra, La Orquesta, El Correo del Comercio, El Partido Liberal, El Imparcial, La República, El Siglo Diez y Nueve, El Doctor Merolico y El Telégrafo. La mayoría de sus crónicas fueron de orden político, otras versaron en describir puntualmente el bullicio de la vida cotidiana en la urbe mexicana. Uno de sus seudónimos más utilizado fue Mefistófeles, pero también firmó sus artículos y crónicas como Bombo, Los Espíritus, Fígaro, Homo, Longinos, Serpentón, Ursus y La Sombra.
En 1912, reunida en 15 volúmenes, publicó la obra monográfica Historia de los congresos mexicanos de 1821 a 1857, para cuya elaboración consultó materiales resguardados por la Biblioteca del Congreso, bibliotecas municipales y la biblioteca personal de Ignacio Ramírez. Juan Antonio Mateos murió en el año de 1913.