«Es verdad que Dios no necesita de los médicos ni cirujanos, ni de otro alguno para que unos padezcan los males y otros mueran: es verdad que un médico malo es más terrible que la fiebre amarilla, el insulto, la apoplejía y todas las enfermedades; y lo es también que los poquísimos buenos yerran sin remedio muchas veces, pero todos son ministros ejecutores de la justicia de Dios.»
Anónimo.
Defensa de mis Señores los Médicos y Cirujanos Comentario de “Defensa de mis Señores los Médicos Cirujanos” Anónimo, “Defensa de mis Señores los Médicos y Cirujanos”, en Diario de México, t. i, núm. 15 (15 de octubre de 1805), p. 1-3.